Cocinar
El cocinar es una de las actividades que generalmente es pensada y estrechamente relacionada con la mujer. Está relación surge de manera “natural” (aunque más bien ha sido desarrollada culturalmente así) por el papel de madre biológica y de amamantar a l@s hij@s. Además el papel de madre-esposa-ama-de-casa, es el de proveer los cuidados y necesidades básicas y estrategicas para el buen desarrollo y funcionamiento de la familia y el hogar.
Por supuesto que para lograr la entera satisfacción de dichos cuidados y necesidades se encuentra la de proveer alimento. De ahi surge esta idealización de que la mujer es la más adecuada para recolectar, administrar, y preparar los alimentos.
De manera curiosa y excepcional como en otros casos el varón ha incursionado en este campo, sin embargo, al contrario que la mujer en los campos de la educación y la salud, el hombre ha logrado destacars en altos niveles en la industria alimenticia y de la cocina.
La población masculina se mantiene en puestos de toma de decisiones o de ejecución en su incursión en el mundo de la cocina. El chef es una figura que ha ido ganando una aceptación y gran reconocimiento curricular como actividad y en el desarrollo profesional. Curiosamente son menos las mujeres chefs que los hombres chefs.
Una de las maneras más influyentes y para continuar propagando un ánimo cultural patriarcal y de alentar a las mujeres a autopensarse como personas con habilidades naturales para la cocina ha sido por medio de los medios masivos de información y comunicación. No hay que ir muy lejos para conseguir respuestas. Al encender el televisor y al observar la publicidad, es posible dar cuenta de esto. Los productos de y para la cocina se siguen proyectando y vendiendo con imágenes que muestran a la mujer en la cocina cuando se trata de preparar alimentos para la familia y para la casa, mientras que cuando se trata de un programa de revista, un show restaurantero, en el espacio público en general, regularment aparece un chef varón.
Nuevamente el papel y valor de la mujer se ve disminuido, en este ejemplo como cocinera, ante el papel del chef hombre.
Las influencias, sin embargo, como en los roles de la salud y la educación, son influenciadas por la educación recibida en la escuela y la casa.
También es mayormente notable este sesgo tanto en materiales didácticos como en prácticas escolares, ya sea con imágenes o ejemplos de actividades en libros de texto, o mediante prácticas en las aulas o en eventos relacionados con alimentos, estos son preparados, administrados, proveidos, entregados y servidos en mayor tendencia por público femeino, incluso se pide ayuda o se promueve la participación de las niñas o alumnas en dichas tareas en mayor medida que la participación masculina.
En la casa cuando las prácticas de juego y esparcimiento son recreadas con articulos y elementos de la cocina, como juegos de té, cocinas, hornos, carritos de compras; o bien cuando la madre del hogar al requerir ayuda en la cocina se la pide a las hijas o mujeres de la casa, antes que a cualquier varón del hogar.
Los gastos y costos que se alcanzan al no contar con una persona al servicio diario de la compra, administración, organización y preparación de los alimentos es bastante alto.
Todo el andamiaje y las estructuras encajan magistralmente, y este es uno de los engranajes que mejor se ha ensamblado, pues es una arbitrariedad cultural muy difícil de percibir, de visibilizar.
El trabajo que la mujer como esposa, madre y ama de casa hace como cocinera es un elemento integral y muy importante para bajar los costos de producción, servicios y derechos a la fuerza laboral u obrera en general.
El mercado y el Estado se encuentran interesados en que su fuerza laboral encuentre una mujer para casarse y para que la misma acepte las responsabilidades y obligaciones que dicho papel implica. De esta manera ambos (Estado y Mercado) aligeran altos costos de un salario y prestaciones que la fuerza laboral necesitaría para gastar en estos servicios fuera de casa. Así, ni el Estado tendrá que preocuparse por poner al servicio del trabajador o empleado comedores, servicios de comida baratos, o bien el Mercado no tendrá que preocuparse por un incremento en los salarios para que su fuerza laboral cuente con tres comidas diarias fuera del hogar, lo que implicaría un mayor gasto, para empleado y para patrón.
Otras atribuciones surgen además cuando se trata de exaltar las cualidades femeninas a la hora de cocinar, pues es popular la creencia, idea o mensaje, de que una mujer que sabe cocinar tiene mayores probabilidades de incrementar su número de cortejadores y por lo tanto de encontrar un marido.
Aunque suene todo un poco antiguo, sólo hay que mirar al interior de un hogar y ser lo bastante analític@ para descubrir, y hasta para aceptar que es cierto y que las cosas en cuanto a esto no siguen siendo tan ajenas a esa realidad que se dice quedo atrás y “que esos eran otros tiempos”. Por supuesto me refiero a la mujer que tiene una obligación como provedora económica, ama de casa, madre y/o esposa, aceptando que esto ya no es una regla general, pues se dan casos excepcionales.