Cuidar
Uno de los espacios o esferas públicas en las que más ha sobresalido la labor de la mujer (incluso algunas veces se emiten opiniones de que es de las áreas dominantes por la mujer) es en el área de servicios de la salud, entre otras como es la educación.
En cuanto a la dominación del área, esto parece acertado en cuanto se refiere al área operativa, técnica y de subordinación; en cuanto al área ejecutiva y de toma de decisiones, esta y otras áreas siguen siendo de amplio dominio y control de la masa masculina.
Como en la educación, el campo de la salud es para las sociedades hetereronormativas, patriarcales capitalistas, un esfera “propia” y “aceptable” para el desarrollo profesional de la mujer, pues de acuerdo a sus funciones y actividades, se encuentra estrechamente vinculada a las funciones y actividades de cuidado y asistencia que brinda una esposa, madre, ama de casa, mujer en ayuda a la comunidad, etc. De ahí que esta actividad profesional sea preponderantemente femenina.
El motivo por el cual esta carrera ha permanecido con poca injerencia masculina en parte ha sido por los valores y símbolizaciones culturales que se asignan al género femenino de contar con cualidades que encajan mejor para dicha función, como el de ser más cuidadosas, más sensibles, más consideradas e interesadas por el otro o la otra, por ser más generosa, de tratos más suaves y sutiles, etc.
Es importante recalcar que todas estas cualidades son imposiciones de tipo cultural que no tienen nada que ver con las cargas biológicas del sexo femenino. El nacer y/o tener un órgano reproductor femenino no proporciona naturalmente o hace inherentes dichas cualidades. Es la educación y el entorno cultural el que atribuye y ha construido esta serie de características en la mujer, que de igual manera podrían desarrollarse en aquellos que portan un órgano reproductor masculino.
La conveniencia de ciertas clases dominantes por que esta profesión siga siendo ejercida prevalecientemetne por la poblacion femenina tiene que ver con la necesidad de mantener líneas de producción, costos, capitales y recursos humanos bajo ciertas estructuras.
Tanto ciertas esferas del Estado como del Mercado les interesa mantener bajos sus gastos y costos, cada uno en su propia actividad. Por ejemplo al Estado en los servicios y prestaciones que como Estado benefactor debiera proveer y al Mercado en sus líneas de producción y expansión, por lo que a ambos les beneficia que dicho mercado (target) sea desempeñado por una fuerza laboral que usualmente goza de menos o limitados beneficios, salarios bajos, condiciones de trabajo menos favorables, etc., y en el que dichas condiciones se han estandarizado, es decir, se ven de manera natural o normal.
Además de lo anterior, el cúmulo de mujeres interesadas en desarrollarse en este campo, por ende no significará población femenina interesada en ejercer otro tipo de profesiones o actividades de mayor control o en el ejercicio de poder, lo cual no es algo muy deseable para la clase dominante masculina.
Los puntos anteriores no hacen más que beneficiar a ciertos grupos de poder, ya que al seguir confirmando como “valiosas” y “aceptables”, estas estandarizaciones culturales de caracterizar y proyectar a la mujer como la más adecuada para ejercer los cuidados de enfermos, niños, personas con capacidades distintas y adultos mayores, la actividad indudablemente seguira siendo perpetuadamente reproducida por la mujer.
Este costo cultural atraviesa de la esfera pública a la privada, por lo que al surgir el desempleo, los recortes económicos y de servicio, estas actividades recaen únicamente en la población femenina y que a su vez reafirma el papel de madre y esposa de la mujer, quien ya por default es la principal encargada y responsable del cuidado de l@s hij@s y de la familia.
Pero más allá de lo que sucede al interior del hogar y la prestación de estos servicios (que en el mismo no se les llama así por brindarlo a seres queridos y a través del vinculo del amor y cariño surgido entre miembros de la familia), estos beneficios se hacen extensivos al exterior del hogar, ya que acumulado a todo el trabajo reproductivo aporta un importante porcentaje del producto interno bruto en promedio a la economía. Es decir que da como resultado un valor económico que lamentablemente no se remunera, valora o reconoce culturalmente de manera pública y privada, ya que se da por hecho que así tiene que ser.
El beneficio no para ahí, ya que también se ha hablado de que la mujer es y sigue siendo un puente prestador y proveedor de estos servicios, entre el Estado y la población, y es que la mujer no sólo presta estos servicios para su familia, sino que también muchas veces para su comunidad, sobre todo cuando el Estado, quien debería garantizar, suspende o limita dichos servicios.
La infiltración de esta arbitrariedad cultural en la que se feminizan las carreras que tienen que ver con cuidados, se hace a través de la misma educación, recibida tanto en la escuela como en casa, en la socialización con los pares, en la cultura mediática y a través de otras instituciones, en donde se resaltan las cualidades “femeninas” y “preferentes” para el ejercicio de esta profesión.
Cuestiones como estas no son parte aún del debate e incorporación de las agendas públicas y políticas, sin tomar en cuenta la “crisis del cuidado” que se avecina. La crisis de cuidado se encuentra estrechamente relacionada con la falta de implementación de políticas y buenas prácticas para que se promueva y provoque la inserción y participación de la población masculina en dicha área, lo que influirá y producirá cargas de tipo social y económicas muy costosas para las siguientes generaciones.
No sólo por que la modificación invertida que ha ido sufriendo la piramide poblacional, (lo que significa que menor número de población jóven y en edad productiva tendra que cargar con gastos, costos y cuidados de un mayor número de población adulta en edad de retiro), sino también por que dicha carga se incrementaría en niñas y jóvenes en edad de recibir educación (y que iría en detrimento de un buen desempeño por la carga de cuidados), o bien se disminuiran los cuidados para la población que requiera de este tipo de cuidados.