Limpiar

En general, las tareas de limpieza (sobre todo las del hogar) son actividades realizadas en mayor parte por las mujeres. La limpieza y mantenimiento del hogar, así como limpieza de hijos, mascotas y extendido algunas veces a espacios educativos y de la comunidad es parte del trabajo reproductivo que hacen las mujeres desde su rol como miembros de una familia y también está fundamentada en la divisón sexual del trabajo.

La dicotomía del trabajo basicamente se divide en el trabajo productivo y el reproductivo. El trabajo productivo es el que universalmente pertenece o en su mayor parte realiza el hombre y le es parcial o totalmente ajeno el trabajo reproductivo. Mientras que por el contrario el trabajo reproductivo representa mayormente la actividad principal o prioritaria para las mujeres y aunque el trabajo productivo ha dejado de ser ajeno para las mujeres, el peso o carga del trabajo reproductivo lo sigue sosteniendo la mujer.

Las actividades y tareas que tienen que ver con el mantenimiento higienico y sanitario de un lugar, ya sea espacio público o privado, son actividades que en realidad desde siempre han sido realizadas por ambos sexos.

La actividad de limpiar no es una tarea a la que se le asigne universalmente un valor justamente dimensionado. Es decir no es un trabajo bien retribuido ni de manera cultural o material (es decir económica).

Curiosamente al contrario de la industria alimenticia y las actividades que tienen que ver con la comida y la cocina, las actividades pagadas o no pagadas que tienen que ver con limpiar no adquieren ni para el hombre ni en el espacio público una valía importante o un reconocimiento social o económico, ya que no se trata de una actividad que requiera de conocimiento o habilidades técnicas que requieran de un estudio específico o previo.

Sin embargo, la actividad de limpieza en el hogar mantiene su lazo estrecho con la mujer y no importa que el hombre en lo público llegue a ejercer esta profesión, en casa, por lo regular será siempre la mujer quien esté a cargo de estas tareas.

Entre todas las actividades que se realizan como parte del trabajo reproductivo que es producido en su mayoría por pobación femenina, esta es una de las actividades que mayor uso de tiempo le demanda a quien lo realiza y es que como sabemos al hacer uso de cualquier articulo o realizar cualquier actividad dentro del hogar, esta de alguna manera u otra implicara de un mantenimiento o limpieza posterior a la acción realizada.

Incluso en las omisiones también es necesaria realizarse la limpieza, es decir, aunque no se haga uso o se realicen actividades dentro de un lugar, este necesita del mantenimiento de limpieza, por la acumulación de polvo y otras demandas que surgen de artículos o mobiliarios específicos.

Lo importante de recalcar que este tipo de actividades son realizadas indiscriminadamente por hombres o mujeres en el espacio público de manera natural, es decir, que no se emita un juicio de valor sesgado, sobre lo “correcto” o la “aceptación” cultural de que sea realizado por un hombre invita a pensar que no hay justificación alguna por la que exista diferencia tal y tan marcada cuando el hombre realiza tareas y actividades de limpieza o mantenimiento del hogar.

Cuando se habla de la democratización de la pareja al interior del hogar, precisamente esta es una de las actividades y responsabilidades que deben ser negociables y emprendidas por la pareja que comparte un hogar, e incluso no sólo por la pareja, pues si se trata de un hogar con hij@s o extendido, dichas actividades entonces deben ser repartidas de manera equitativa y proporcional entre los que habitan el lugar, sin hacer diferenciación alguna para realizar una u otra tarea entre hombres o mujeres.

Ambos sexos se encuentran habilitados naturalmente para llevar a cabo cualquier actividad que tenga que ver con este trabajo de mantenimiento y limpieza.

Se hace creer y se da por sentado muchas veces que la mujer se desenvuelve de manera más “apropiada”, rápida y “eficaz” en este tipo de actividades, pero no es así.

No es más que la educación y entrenamiento o práctica continua que se instruye y refuerza de manera más acentuada y constante sobre las mujeres y desde edades tempranas (incluso de manera lúdica muchas de las actividades, juguetes y espacios de recreación de las niñas se dirigen a despertarle un interes por las tareas y cuidados del hogar) lo que desarrolla una mayor habilidad y que aparentemente califica a la mujer como más “apta y con mejores cualidades” para realizarlo con tal destreza.

La permanencia, reproducción y perpetuación de este estado de cosas es conveniente para las clases dominantes del Estado y el mercado porque de esta manera la corriente de la fuerza laboral seguirá funcionando al rededor de las mismas prácticas, horarios, prestaciones, derechos y rutinas establecidas en las que prevalece que sea el hombre quien por lo regular trabaje jornadas laborales más extensas y con sueldos que le permitan subsidiar aunque sea de manera muy reducida una esposa y/o familia que se encargue de la carga de la limpieza del hogar para evitar lidiar con: 1. La inversión del uso de tiempo y la carga de la responsabiliad de los servicios de limpieza o domésticos que le significarían al obrero o empleado, o bien 2. Con el gasto que tuviera que realizar por contratar a alguien más por realizarlos. Gastos que obviamente no se encuentran contemplados en la formula que determina el salario de la fuerza laboral y alterarían el costo-beneficio que establece la clase dominante, reduciendo los costos que le produce la fuerza laboral hasta incluso malbaratarlos y aumentando lo mayormente posible su ingreso-beneficio.

Para la lógica de este sistema resulta más barato la manutención de una esposa y/o familia que pagar por la realización de cualquiera de los servicios y trabajo reproductivo que elabora gratuitamente la mujer, pareja, esposa, concubina, madre, hermana, hija, etc., del empleado u obrero.