Este punto tan sencillo puede explicarlo mucho o explicar nada porque es tan importante mantener un estado de las cosas en el que la humanidad siga reproduciendose sin la menor preparación, instrucción y educación.
En su mayoría, toda está reproducción acelerada (alguna planeada y otra no) de la población pertenecerá al porcentaje de capital humano que desde su nacimiento ya se encuentra en condiciones de desventaja, y que por el contrario la vida misma le significará un reto. Las condiciones con las que nace un recien nacido para no ir más lejos, suelen ser las mismas en las que en ese momento se encuentren los padres, o bien se podrá dar una variable en beneficio o en detrimento y que tiene que ver proporcionalmente con los recursos disponibles y la explotación que de estos hagan los padres y que en un futuro serán el resultado del mejoramiento o progreso, o empeoramiento o retroceso del nivel de calidad de vida que fue posible darle a su hijo.
Es decir, que no necesariamente los hijos permanecerán bajo las mismas condiciones en que los padres se encuentran, en la medida en que los padres impriman en la vida de sus hijos el acceso o un mejor acceso a recursos que ellos estuvieron impedidos a acceder por la razón que sea. Sin embargo, también hay que sumar a estas, otras variables más que son externas y juegan un factor independiente al capital de recursos brindado y heredado por los ascendientes. Estos factores de tipo externo son condiciones que atañen por ejemplo a una sociedad, población o país, de acuerdo a su localidad geopolítica, es decir, que nada tendrá que ver la calidad de la educación que los padres procuren proveer en su o sus hij@s, cuando dicha condición se colapse por las condiciones dadas en una temporada de desempleo, por cambio climático o accidentes naturales, recesiones económicas, guerras, epidemias, etc.
La certeza de la calidad de vida que l@s hij@s procreados poseerán en el futuro es muy poca y aleatoria. Sin embargo, el tejido social con todas sus complejidades y que cada vez adquiere dimensiones mayormente aleatorias, hace cierto que los descendientes no tienen garantizada una vida llena de oportunidades y diferentes opciones, es decir, su derecho de decisión esta proporcionalmente limitado al número de oportunidades y opciones que se le presenten en su vida para desarrollarse.
Este panorama, por supuesto, es el que nos embarga y nos gobierna en su mayoria a los paises en vías de desarrollo, por lo que no podemos negar que quienes responsable o irresponsablemente decidimos tener hijos, y bajo las condiciones propias de la clase trabajadora, clase baja, clase media baja, media e incluso clase alta, (y ahora con los fenómenos del cambio climático, la expansión del consumo de drogas, la sociedad tan denigrada) tenemos la certeza de que los diferentes ambienes actuales no dejan de crear un halo de vulnerabilidad para toda persona.
Sin embargo, como este es un acto innegable e inalienable al ser humano, esta serie de características del mundo actual no son una noticia e información agradable a los oidos de l@s human@s. De ahí que el sistema mismo no promueva, progague y difunda la información necesaria para que el colectivo social alcance un grado de conciencia, de manera que como todos y cada uno de sus actos u omisiones los lleve a cabo, de manera y verdaderamente libre y consciente, bajo nuestra propia decisión, juicio, dimensión de nuestra propia vida, sin que tuvieran qeu mediar e intervenir los juicios de valor dados o conocidos por nuestra cultura mediática y por tanto por nuestros pares sociales.
Desafortunadamente nuestro medio cultural y social se encuentra tan permeado de estos juicios de valor establecidos de manera arbitraria y mediante violencias simbólicas por parte de nuestras clases dominantes que no es posible ver más allá de esos valores tan bien establecidos de manera arbitraria en nuestros modos de vivir.
Se actua justamente como estos grupos de poder han impuesto las arbitrariedades culturales, los juiciso de valor se han ido ampliando un poco, sin embargo los juicios binarios siguen siendo los predominantes, tal y como es a esta clase dominante como le conviene que el colectivo social juzgue.
En este papel de madre, es en el que mayormente se enjuaga y se refuerza con todo al alcance de nuestros opresores, los símbolos, valores, imágenes, proyecciones donde los juicios de valor son los de "gloria" o "condena", y cómo no, si es la fuerza laboral, si son las clases desprotegidas y en desventja las que son de mayor interes, de reproducirse y de conservarse tal y como se encuentran, sino es que un poco cada vez más oprimidas. Es este papel de madre, su imagén y todo al rededor de esa imágen que compramos y vendemos, la que mantiene toda una estructura de dominación y opresión ejercida por una minoría a una mayoría.
No debe haber o existir una minimización el papel de madre en la vida de la humanidad, sin embargo, como a todo lo demás, se debiera dar a todo, en su tiempo, modo, lugar; en sus condiciones, su justa dimensión.
La mujer jamás debe ser valorada en referencia a su deseo o su realidad de ser madre o no.
Y aunque, por un lado el sistema ha logrado implantar este máximo e incuestionable valor en cualquier condición en las masas, es el mismo el que le concede un valor nulo o mínimo, material o culturalmente reconocido. Es el papel de madre y todas las actividades que este implica, el que es disminuido, no pagado, no reconocido e injustamente valorado.
Y también ha sabido esta nube dominante hacer su trabajo en el establecimiento de nuestra tablita de valores, que, quién reclama por toda esta falta de reconocimiento, esta disminución, no remuneración, discriminación y situación de desventaja para las madres? Nadie lo reclama, es un valor entendido, es un valor dado, como normal.